Segundo encuentro extraño (Elio)

Cada vez que moría una persona, podía sentirlo, no era un sufrimiento eterno ni nada que se le pareciera porque ya me había acostumbrado a las sensaciones de ese tipo, sino más bien como algo que me indicaba que en el entorno en el cuál me encontraba morían personas a cada minuto. Yo no era un ángel de esos que se llevan las almas de los difuntos al cielo y les dicen "descansen en paz" estaba aquí para proteger a las personas de los demonios, los cuales lamentablemente eran cada vez más en la ciudad y eso resultaba todo un problema. Mi "radar" me indicaba cuando andaban cerca o los lugares dónde podía encontrarse y entonces tenía que ir a ver si lograba matarlos o ellos a mi.

Hablando de eso, había pasado ya una semana desde mi encuentro con Elio, no había vuelto a saber de él luego de dejarlo en uno de los hospedajes de la ciudad, quizá era mejor así pero en mi interior había una gran necesidad de encontrarlo y mantenerme cerca de él, estaba volviéndome loca, tenía que concentrarme en mi trabajo. Esa noche sabía que el hospital tendía varios de esos malvados seres por los alrededores, como no quería ningún inconveniente y mucho menos en un lugar como ese, decidí esperar hasta pasada a medianoche y escaparme por la ventana hacia el lugar.

El clima era frío en esa época del año, pero mejor para no dormirme. Llegué a la gran estructura y me dirigí hacia el callejón de atrás de la misma para meterme por las puertas traseras y sin ser vista por nadie, el lugar ahí detrás estaba vacío pero podía olerlos, andaban cerca de ahí y prontos para matar personas, esos malditos....negué con la cabeza y me metí dentro, caminé por los pasillos más oscuros hasta llegar a la terraza del último piso, salí y me paré en el borde, desde ahí podría vigilar cualquier movimiento extraño, a demás, el aire frío era muy agradable en esa altura.

Había pasado una muy mala semana, había seguido teniendo aquellas visiones de recuerdos y cada vez más claro, empezaba a recordar lo que había sido, mejor dicho una parte de lo que había sido y por supuesto no era un plato de buen gusto, además todo aquello me estaba pasando factura y me lo notaba en la cara, parecía estar enfermo a causa de las pocas horas de sueño que tenía al día. Durante toda la semana había comido mal y dormido peor, pero había empleado la mayoría de mi tiempo en vigilar a Mahia en la distancia, con cuidado de que no me detectara y aquello también me estaba agotando. Tenía la necesidad de volver a estar con ella.

Me afectaba porque había pasado una semana sin haberla podido oler, sin poder mirarle a los ojos o sin rozarla. Eso en cierta medida era lo que más me afectaba, no sabía que me había hecho, pero la necesitaba. Aunque me dolía verla y no poder acercarme, todos los días la había estado controlando, no quería que le pasara nada malo y con las visiones que estaba teniendo no podía vivir tranquilo pensando que alguien podría hacerle algo. Salí a la calle detrás de Mahia, con un abrigo, bufanda y una tos peor que mil demonios, que manía tenía la chica esta de salir por las noches. La seguí un par de manzanas pero empecé a perder la orientación, no sabía muy bien donde me encontraba había visto como Mahia entraba en un edificio, creía ver un hospital pero no alcanzaba a verlo bien, tenía la vista tan nublada que solo intentaba no caerme. Caminé hacia aquella puerta, pero no conseguí alcanzarla porque llegando a ella perdí el conocimiento.

Ahora no Elio, ahora necesita que la protejas pensé antes de perder el conocimiento, pero no pude hacer nada y caí redondo. Aunque antes de perder el conocimiento pensé en comerme su corazón, pero ni el demonio soportó aquel agotamiento.

Desde dónde me encontraba podía distinguir las figuras que iban y venían por las calles, el aire era frío y a esas horas todos iban abrigados. Y no sentía el mismo frío que ellos, si bien el aire me agradaba a pesar de que fuese helado no podría afectarme ni mucho menos, por eso aprovechaba para salir y la noche se había convertido en un refugio para mi, parecía que en ella me sentía más segura que durante el día cuando me tocaba afrontar los problemas cotidianos y normales, porque esos eran los más difíciles de llevar últimamente con todo lo que tenía encima, entonces, por las noches simplemente era yo misma.

Caminé un poco por ahí, dejando que mis pensamientos vagasen de un lado a otro y sin mucho que pensar cuando sentía algo en mi interior. Algo extraño, una molestia que me decía que ando no andaba bien y solo esperaba no haber dejado pasar a ninguno de esos seres y que ya estuviesen causando problemas en alguna parte del hospital. Me encaminé nuevamente hacia adentro, repasando cada lugar por el que había pasado, observando que todo estuviese en orden, como parecía estar y sin embargo seguía con esa sensación extraña.

Cuando iba a saliendo del edificio vi un cuerpo desplomado en el piso del callejón, me acerqué de inmediato solo para darme cuenta de que era Elio. Ahora entendía mi sensación, al principio sentía pánico, creí que estaba muerto, ¿qué iba a hacer?, mi desesperación hizo que me acercara y tratara de despertarlo o de hacerlo reaccionar. -Elio...por favor, despierta- dije estresada y moliéndolo un poco.

Me encontraba en un callejón sin salida, allí había una chica gritando y dos hombres rodeándola, no debería de haber hecho lo que hice pero me acerqué a ver qué sucedía, no debería de haberlo hecho por lo que sucedió, no por ayudar a la chica. Me enfrenté a aquellos dos monstruencos tipos y ella corrió en cuanto vio la oportunidad, a ellos dos me los liquidé rápido, eran grandes ¿pero desde cuando importaba el tamaño?, pero el problema fue justo después, tenía una docena de tipos rodeándome, demonios por doquier, me enfrenté a ellos porque era la única salida que había allí, enfrentarme, pero no tarde mucho en caer, todo estaba sucediendo demasiado deprisa, al poco después no recordaba nada de todo aquello, aunque ahora sí que lo recordaba, en su día no recordaba que había pasado antes de despertarme en aquella camilla.

Seguía inconsciente pero sabía que había pasado, solo que no podía reaccionar y despertarme, era una sensación extraña aunque gracias a aquello estaba recordando cosas de mi pasado, no todas pero pequeñas historias, auque muchas sin fundamento, pero al menos recuerdo cuando perdí la memoria aunque no el porqué de que me la quitaran.

Cobré el conocimiento al poco, y allí estaba Mahia sacudiéndome y gritándome que despertara, parecía como un sueño y me había despertado con la persona indicada, no sé porque hice esto pero al verla allí la besé, juro que fue un beso breve pero en el descargué todo el miedo que había en mí quedándome en una paz eterna. – Lo.. lo siento Mahia.