Un rato a solas (Elio)

Quizá no era el mejor lugar, qui´za debí quedarme en casa, pero con todo lo que tenía en la mente no podía permanecer encerrada, necesitaba aire fresco y no me importó que fueran las 12 de la noche, tenía que salir de ese lugar aunque fuera solo un rato. Esperé que mi padre estuviese dormido, tomé mi chaqueta negra y salté por la ventana, no podía decirle "papá, no te preocupes, voy un rato a caminar" a las doce de la noche porque de seguro tendría problemas y no quería alertarlo con nada, bastante tenía ya con lo que me había enterado sobre mi verdadera vida y mi futura misión en la tierra...hubiese preferido seguir siendo normal.

Caminé por las oscuras calles sin pensar en nada, dejando que el frío aire golpeara en mi rostro con el fin de desprenderme de todo pensamiento perturbador, con la pequeña esperanza de que las cosas fuesen más sencillas solo un rato, y no tenes que sentirme tan extraña o en peligro; porque claro estaba que debía defenderme de los seres opuestos a mi y esos sí que me perturbaban la existencia. Pero esa noche no quería pensar en más nada, solo quería sentirme libre y tranquila, nada más un as horas ya luego tocaría volver a mi vida de siempre y a simular que todo estaba bien.

No se cómo terminé en el cementerio, pero me sentí bien y en paz, así que decidí trepar los portones con una facilidad que desde hacía muy poco tenía y caminé durante un largo rato entre los árboles y las tumbas, por irónica que apreciare ese lugar tan solitario y oscuro me daba tranquilidad. Me detuve junto a un árbol donde me recosté y cerré mis ojos unos segundo para disfrutar del eterno silencio que rodeaba el lugar.

Acababa de llegar después de un largo viaje en barco, el muelle de aquella ciudad era precioso y el paisaje también, mucho, el cielo estaba de color anaranjado, el sol se escondía y poco a poco caía la noche. Pero lo peor de todo es que no tenía como llegar al hotel, es mas no conocía aquella ciudad en absoluto, no sé cómo había elegido aquella ciudad, solo sé que sucedió y que allí me encontraba ahora. Algo debía de cambiar y supuse que estaba cambiando.

Eché a andar durante horas por una carretera cargado con mi equipaje, esperando que pasara un taxi o un camionero, alguien con el alma suficientemente limpia como para acercarme a la ciudad, pero por allí no pasó nadie. Llego la noche y mi cabeza empezó a pensar, a pensar demasiado. Hacía unas horas que acababa de escribir una de las peores cartas de mi vida, había vuelto a la antigua escritura, a las cartas en máquina de escribir, tenía que escribir una despedida, pero la respuesta que buscaba era como despedirme de todo aquello que recordaba, de los últimos años que había vivido como lo que era en ese momento, un demonio intentando ser humano. Durante mi corta e intensa vida, me había convertido desde el primer minuto en una persona impenetrable a primera vista, así que aunque las personas que apreciaba creían que nada podía tocarme, tenía un corazón inexistente que latía al pensar que no les volvería a ver nunca, que debía de salir de allí y protegerles de mí, de mi mundo, aunque ellos lo encontraran insultante. Todo eso quería dejarlo en una carta, la única forma de no dejar rastro, de demostrarles que me preocupaba por nada y por todo al mismo tiempo, y que simplemente quería que me recordaran por los buenos momentos y no por haberme marchado.

Me desvié sin quererlo y entré por un camino de piedras, la niebla estaba bajando y comenzaba a no ver a más de 10 metros, pero vi un cartel que me anunciaba que me encontraba en un cementerio ‘Perfecto Elio, tu primera visita turística es a un cementerio’ seguí caminando, hasta que pude observar que las luces de la ciudad estaban hacía el otro lado, solo que hacía allí no había camino. De todas maneras eché a andar cuando algo me hizo la zancadilla y caí al suelo.

"¿Quién demonios me había puesto el pie para que cayera?"

Me había quedado un tiempo en silencio, con los ojos cerrados y sin pensar en nada, dejé que mi mente divagara por ahí, como si estuviese flotando sobre todo esto, como si las cosas que estaban en mi vida fueran solo pequeñas piedritas vistas desde el cielo, insignificantes. Aunque la verdad era otra y por más que quisiera escapar de mi vida y de mis problemas no podría hacerlo, sino que debería afrontarlos, y como mi padre,quién no no tenía la mínima idea de quién era su pequeña hija, me decía que en la vida hay que ser fuerte y vencer los obstáculos...pero lo que él no sabía era que esos obstáculos no eran nada humanos que digamos, en fin...se suponía que no debía pensar en nada esa noche, así que suspiré y seguí sumida en mis pensamientos.

Escuché pasos cerca de dónde me encontraba, lo único que me faltaba, alguien interrumpiendo mi paz, no encontraba un maldito lugar dónde estar sola últimamente. Suspiré un poco molesta y me mantuve escondida hasta que quién sea que fuera se acercara un poco más. Entonces lo sentí, ese estado de alerta en mi mente que me avisaba que un peligro andaba cerca...era un instinto que me permitía protegerme, un demonio andaba cerca y yo no tenía ganas de que me molestaran esa noche.

Así que cuando estuvo lo suficientemente cerca, puse mi pié para que cayera y luego me tiré sobre él tomándolo del cuello, si algo había aprendido en estos últimos meses era a defenderme. demasiados me habían atacado y por poco matado, eso ya no volvería a pasarme. Pero cuando pude ver su rostro juro que dude unos segundos, nunca había visto uno de ellos tan atractivo, titubee un poco y luego volví a mirarlo con rabia. -¿No tienes nada mejor que hacer que molestarme?- dije

-Pe..pe.. pe- ¡.- Pero qué estaba pasando! me había perdido media historia sin darme cuenta, tenía a una chica encima de mí cogiéndome del cuello y intentando a saber que, la verdad es que estaba acostumbrado a tener mujeres encima mío, pero no así, no cogiéndome del cuello, no me gustaba ese rollo. Me revolví un poco pero no conseguí soltarme, era fuerte y sabía defenderse, paré y me tranquilicé, entonces pareció que el mundo se había detenido.

Pasaron como 5 segundos en completo silencio, ninguno se movió aunque yo seguía siendo estrangulado por ella, intenté ver quién era pero el pelo no me dejaba. Decidí quitárselo de la cara, intentó evitarlo pero ya tenía bastante con estrangularme, lo retiré un poco, muy poco a poco no quería que se pusiera más nerviosa… Y dios ¿que era aquello? era preciosa, era como un ángel, ¿pero qué demonios hacía aquí? La verdad es que hasta ahora había sido un placer meterme en aquel cementerio, pero una mala sensación recorrió mi cuerpo cuando la miré a los ojos, algo me decía que las cosas iban a cambiar desde ese preciso momento. Sacudí la cabeza para quitarme estos pensamientos y reaccionar.

- Creo que lo quieres es que te moleste, porque quien me ha tirado al suelo has sido tú. – le dije mirándola a los ojos. - Y además estás encima de mí, por si no te has dado cuenta, y no dejas que me mueva.

El chico parecía confundido, lo tenía sujetado del cuello como si tuviese a punto de matarme, cuando en realidad me miraba sin entender nada de nada, y ahora yo parecía una loca desquiciada tratando de defenderme de un peligro que al parecer no existía y eso me confundía más. Se suponía que era un demonio, y como tal nos odiaban, bueno quizá él no se había dado cuenta de lo que yo era aún y en cuanto se percatara trataría de matarme y ahí si tendría razones para atacarlo.

Lo solté poco a poco y con temor a que me atacara mientras él trataba de zafarse con cuidado, de un momento a otro estaba sentada sobre la hierba mirándolo sin decir una palabra, sus ojos parecían hipnotizarme, una mezcla de sensaciones extrañas recorría mi mente, algo totalmente contradictorio, entre atracción y una sensación de alerta que me estaba revolviendo el estómago. Suspiré, cerré los ojos durante unos segundos y luego volví a abrirlos para encontrarme con esa mirada que podía dar vueltas mi entorno.

-Lo siento...creí...creé...que ibas a atacarme...- dije sintiéndome una idiota total, pero esa era la verdad solo trataba de defenderme. -No fue mi intención, de todas maneras no entiendo qué haces en este lugar a estas horas, ¿quién eres?- dije como si mi presencia se justificara más que la de él en ese lugar y a altas horas de la noche.

Me soltó, quizás no hubiera querido que me soltara nunca, porque mientras me sacudía la ropa y me arreglaba, me di cuenta de que algo extraño tenía aquella chica, aquel ángel, lo que demonios fuera, aunque para demonio ya estaba yo allí y no quería recordarlo. Me quedé mirándola mientras me hablaba, esos ojos me estaban hipnotizando, sentía como un saxofón empezaba a sonar en mi cabeza, como en esas películas de los años 70 donde la banda sonora la componen un piano, unos golpes de batería suaves y un saxofón… Estaba hipnotizado. Veía como se movían sus labios, pero todo lo que me decía me llegaba con retraso, como si estuviera drogado o algo así, era extraño... Pero que.. ¿Qué me había dicho? Cerré los ojos y me olvidé de todo aquello, no sabía que me estaba pasando.

- Me llamo Elio, y estoy aquí... - dude un poco- porque me he perdido- le miré abriendo muchos los ojos y con un poco de tono sarcástico-burlesco. - Mira ves eso de ahí. – le dije señalando mi equipaje antes de dirigirme a él para recogerlo. – Esto es mi equipaje, que por cierto tú me has tirado al suelo, y vengo de viaje ¿tú quien eres? ¿que haces aquí a estas horas?

Parecía tan confundido como yo, que a penas si recordaba el lugar dónde me encontraba ahora, y pensar que hasta hacía un momento mi mente estaba tranquila o al menos a eso había intentado llegar, y ahora estaba en el piso, un poco despeinada, tratando de controlar el estado de alerta de mi interior y mirando a alguien que me tenía totalmente fascinada y asustada a la vez...¿qué rayos pasaba? ¿cómo era posible que me sintiera de esa manera con alguien que a penas conocía?

Escuché sus palabras y solo su voz logró estremecer mi piel, aunque no sabía si de miedo o porque me gustaba demasiado, era algo confuso, molesto y a la vez me gustaba, demasiado para mi pobre mente. Miré unos segundo hacia dónde señalaba y vi su equipaje, me sentí pero por haberlo atacado y volví a fijarme en sus bonitos ojos. -Lo siento, me siento una tonta, es que me asusté...¿estás perdido? ¿eres nuevo en la ciudad?- le pregunté ahora ya más tranquila.

Me reí por lo bajo con su última pregunta. -¿D e verdad no sabes lo que soy?, ¿por qué crees que te he atacado? eres un demonio...- dije para terminar con esta presentación que solo me generaba ansiedad, si yo sabía eso por ende él se daría cuenta de lo que yo era y entonces...sabría si querría matarme o no.

Puse cara de dolor cuando me dijo “Eres un demonio…” Joder, había sido una buena estacada esa, odiaba que me dijeran eso, sabía mejor que nadie lo que era, pero no me gustaba recordarlo, llevaba mucho tiempo intentado dejar de serlo y recordarme que aunque lo intente toda una vida nunca lo conseguiré, no es algo placentero para mi cabeza... ni para mi cuerpo. La ví algo nerviosa, supongo que le imponía ver a un demonio, pero más me imponía verla a ella, que cada vez que me hablaba parecía que me llegaba lo que me decía con retraso, seguramente tendría una cara de confusión o de estupidez que no sería ni normal, tosí para intentar cambiarla. Para intentar desconectar de aquella situación donde ella empezaba a convertirse en una debilidad para mí.

- Lo he supuesto, me habían dicho que los ángeles eran preciosos y ya lo veo, puedo decir que es totalmente cierto. – ¿Pero que leches había dicho? Eres medio tonto Elio, ¿porque he tenido que decir eso? No entendía porque había tenido que decir eso, así que intenté corregirme como pude… - bueno que lo que quería decir es que.. es que he notado que eras un ángel nada más verte. – Dude un poco en la contestación, pero igual colaba como una corrección… pero hubo un silencio un tanto incómodo, como si hubiera pasado un ángel, y nunca mejor dicho, así que cambié de tema.

Aproveché su pregunta sobre si era nuevo en la ciudad para despistar la atención sobre ese comentario, pero tuve que dejar de mirarle a los ojos, estaba empezando a flojear hasta para pensar. – Soy nuevo y estoy perdido. – Dije balanceando mis brazos y dando una palmada, depués acabe llevando mis manos a los bolsillos. – Lo admito… acabo de llegar hace unas horas y no sé dónde hospedarme, pero espero buscar un hotel o algo donde pasar unos días.- Sonreí con cara de niño bueno, aunque todavía la veía nerviosa. – Puedes estar tranquila, no te voy a atacar, eso sí no me digas que soy un demonio, llevo toda la vida intentando olvidar lo que soy… Hagamos un trato, no me recuerdes que soy un demonio y no te atacaré, ¿trato hecho? – Puse la mano esperando que cerrara el trato, aunque dude y la quité, se me había ocurrido algo. – Pero añado otra cosa más – dije nervioso, no sabía que me pasaba, aquella chica podía conmigo, me estaba dejando sin fuerzas para reaccionar, intentaba mirarla lo menos posible a los ojos porque comenzaban a ser una debilidad.- me tendrás que invitar a comer, o ¿al cine?. No podía dejarla escapar, algo me decía que no podía hacerlo, que sería un error y no estaba dispuesto a cometerlo.

De ninguna manera hubiese esperado esa respuesta, al principio cuando le dije que era un demonio note su expresión,la cuál no parecía de orgullo sino de lo contrario, cosa que no entendía, ¿No se suponía que los demonios estaban orgullosos de su condición y le encantaba ser malvados y hacernos la vida una tortura? Porque a decir verdad él no parecía de ese tipo, quizá por su historia de vida o vaya uno a saber, yo no lo conocía y sin embargo sentía algo especial y extraño que no dejaba de perturbarme en ese momento. Lo miré confundida cuando me habló, creí que me atacaría, que se tiraría sobre mi para matarme ni bien supiera lo que yo era, pero su reacción fue todo lo contrario.

Cuándo reaccioné desviré la mirada un poco avergonzada, y me sentí una idiota, no se suponía que un demonio ruborizara a un ángel, ¿o si? ¿en qué maldito lío me estaba metiendo? -Ya...¿y no quisiste matarme? es que me he cruzado con varios de ustedes y no me han dado un buen recibimiento, tengo que saber defenderme, todo esto es nuevo para mi, por eso te ataqué...creí que ustedes eran todos iguales- dije y sonó a una chica teniendo una conversación con uno de esos chicos populares y diciéndole que todos eran iguales y mujeriegos, estaba hecha un desastre,y esto no tenía sentido.

Sus siguientes comentarios despejaron bastantes dudas que tenía, lo escuché con atención tratando de que su mirada no descontrolara mis pensamientos como ya estaba sucediendo y poder luego darle una respuesta coherente y acorde a la situación, todo iba serio lo escuché decir que era nuevo en la ciudad y que debía hospedarse en un sitio hasta que me pidió que lo invitara al cine y no pude evitar sonreír, ¿de verdad me estaba diciendo eso? -De acuerdo...Elio, hagamos un trato entonces, no voy a recordar tu condición para que no me ataques y a demás...te invitaré a comer...no me gustan los cines- dije riendo. -A propósito...no me he presentado, soy Mahia...- dije y extendí mi mano para saludarlo, en realidad quería saber qué se sentía tocar su piel, ya de lejos generaba esas sensaciones extrañas en mi no sabía que esperar al contacto de su mano.

Me sorprendió que me dijera que aceptaba, que cenaría conmigo. Cogí su mano para cerrar el trato, pero entonces en ese preciso instante una punzada me sacudió el pecho, ¿qué demonios había sido aquellos? Comencé a tener unas sensaciones muy extrañas, estaba provocando algo en mí que hacía tiempo que nadie había conseguido ni alcanzar siquiera.. Comencé a ponerme nervioso, estaba casi temblando y tenía mucho calor, como si estuviera en el mismísimo infierno, me asusté un poco porque todo sucedió en menos de cinco segundos.

A veces respirar cuesta y no es por alma, si no porque él alma nos apreta para intentar salir de nuestro cuerpo, y quizás era eso lo que me estaba sucediendo, mi alma quería despertar.

No comprendía nada de todo aquello, me estaba volviendo como loco, sentía mil pensamientos por segundo pasando por mi cabeza, pero no era posible no habían pasado ni 10 minutos con ¿Mahia? Si, se llamaba Mahia, y ya estaba volviéndome como loco, no entendía que me estaba pasando, hasta que volví a mirarle a los ojos y vi esa mirada, pero cuando me di cuenta de su sonrisa todas aquellas malas sensaciones desaparecieron..

Desapareció en un instante, seguramente aquel había sido uno de esos instantes de los que me habían hablado una vez, pequeños instantes de nuestras vidas que están para aprovecharos o quizás simplemente sean instantes que nos quieren decir algo y tenemos que entenderlos.. la cosa es que no sabía bien qué demonios era aquellos, y que me quería decir.

- Em.. Pues no me lo esperaba la verdad. – Dije sonrojándome un poco y acariciándome la nuca, me daba un poco de vergüenza todo aquello, que estúpido. – Pues.. yo me tendría que ir a intentar encontrar un hotel o algún sitio donde dormir, no me gustaría pasar la noche en la calle.- le dije sonriendo.

Cuando estrechó su mano junto a la mía estuve a punto de soltarla de inmediato, una sensación muy extraña recorrió mi piel, por unos segundos no fui capaz ni siquiera de pensar con claridad, mi mente había quedado bloqueada, sus ojos estaban fijos en los míos y por más que quería no podía desviarlos, tuve miedo, ¿si lo estaba haciendo para luego poder matarme más fácil? Pero por otro lado era tan agradable ese momento que no quise que terminara. Como si ya no tuviese problemas, ahora me tocaba fijar mis ojos en un ser opuesto a mi, eso significaba más obstáculos en mi vida pero juro que en ese momento no me importaban.

Luego de ese momento fugaz pero intenso, lo escuché decir que debía buscar un sitio, no quería que se fuera...bueno en realidad no quería irme yo, o...esto era muy confuso, no podía estar pensando que su compañía era buena, ¿o si? Lo cierto es que eso exactamente pensaba y no había nada que le dijera a mi mente que podía correr peligro o cosas por el estilo, así que mis siguientes palabras fueron en contra de mi voluntad y a pesar de que hice fuerza para mantener la boca cerrada.

-Conozco bien la ciudad, he vivido aquí desde siempre, ¿quieres que te muestre algún sitio dónde puedas hospedarte?- dije y quise meter la cabeza bajo tierra, ni siquiera sabía cómo se me ocurría decirle que lo acompañaría, pero en fin, no tenía ganas de volver a casa aún. Me levanté del piso, me acomodé el cabello que a esas alturas debía de ser un desastre y lo miré esperando su respuesta con una media sonrisa como si todo estuviera perfecto y él no fuera más que un hombre demasiado atractivo y agradable con quién caminar un rato. -No tengo que hacerlo si no quieres....digo, sé que eres capaz de encontrar los lugares solo...- definitivamente me odiaba a mi misma.

Me iba a acompañar, sonreí al escuchar decir sus últimas palabras, la verdad es que por mí me quedaba toda la noche allí, sin hacer nada más que mirarla, solo me faltaba una canción de fondo una especie de banda sonora, porque estaba como en una nube, una especie de película. Me quedé mirándola y reí simpáticamente, mientras comenzaba a caminar – Prefiero que me acompañes, confío en que me llevarás a un hotel y no a algún lugar secreto tuyo a matarme. – Le dije mientras me ponía la mano en el cuello, imitando su intento de estrangularme. – ¿Hacemos camino?... Por cierto, apretaste bien eh, no creo que nadie intente meterse contigo- le dije sonriendo y señalando las marcas de sus manos en mi cuello, marcas que si por mí fueran podrían quedarse toda la vida.

El tiempo podría detenerse, detenerse y dejar que lo llenáramos de recuerdos, no sabía bien bien que estaba sucediendo pero no quería separarme de ella, quizás era un exceso de fantasías y falta de realismo, pero no me había parado a pensar que ella era todo lo contrario que yo, simplemente porque no me importaba y porque no iba a dejar que eso se interpusiera en aquel momento, porque a veces por cosas así retrocedes, así que esta vez dejaría que las cosas surgieran.
Me quedé mirándola mientras caminábamos, era preciosa, no podía dejar de pensar que apreciaba aquel momento como no apreciaba nada ¿pero porque? Bendito cementerio y vendita niebla. – Por cierto, ¿cuál es tu color favorito?

Sonreí cuando dijo que lo acompañara, en verdad quería hacerlo y me sentía bien en su compañía en ese momento, aunque pareciera mentira había logrado olvidarme de los problemas por un rato, y no pensaba en nada malo ni en mi condición ni en la diferencia que nos separaba ni en lo que me tocaría afrontar en un futuro, simplemente eramos dos personas conversando como si nada y dejando de lado todo lo que nuestra naturaleza traería como consecuencia debido a esto.

Caminé junto a él por las calles del cementerio, irónico...no era ni el lugar ni el chico apropiados y sin embargo me sentía mucho mejor que en cualquier otra ocasión, quizá me gustaba meterme en problemas, quizá los quería encontrar, no lo sabía pero tampoco quería pensarlo. -No tengo lugares secretos, y tampoco voy a tratar de matarte, puedes...supongo que confiar en mi por así decirlo- dije con una sonrisa.

Miré su cuello, no me había dado cuenta de que tenía tanta fuerza, me acerqué impulsivamente para ver de cerca cómo lo había dejado.- Lo siento!...no quise...- dije y me dí cuenta de que estaba demasiado cerca de él, desvié la mirada y me alejé de inmediato, tenía que recordar quiénes éramos. -¿Mi color favorito? no lo se...me gusta el blanco, ¿a ti?...¿puedo saber por qué has venido a la ciudad?-

- No pasa nada… - le dije con una sonrisa, pero me notaba nervioso, y no era para menos tuve todos mis sentidos en alerta, me sentía incontrolable, sentirla tan cerca cuando se acercó a mi cuello fue como unas ganas terribles de explotar, de perderme en sus ojos, de perderme en sus pensamientos, pero sobre todo me perdía en cuanto la tenía demasiado cerca, saltaban todas mis alertas y entonces tenía que controlarme. Su cuerpo me provocaba que me fuera infiel. Moriría por ella ahora mismo. Deseaba besarla cuando estaba tan cerca.

Me tranquilicé, aquello no podía seguir así, la acababa de conocer… ‘El blanco, como no, es un ángel’ pensé irónicamente para olvidarme de aquellas sensaciones. Sonreí al escuchar y pensar eso, la cosa es que quería andar con ella, lo del color solo era por saberlo, nunca viene mal conocer a la otra persona, además así si un día me dice que no la conozco, podré decirle cual es su color preferido, no podrá negarlo entonces. Que estúpido era pensando en esas cosas, ni que ella estuviera pensando lo mismo, vamos ni que estuviera pensando en mí.

- No te lo sabría decir, he llegado hasta aquí por impulsos. Algo me dijo que subiera al ferri, no habían taxis así que tuve que andar y la niebla me trajo hasta el cementério– Era cierto, mi vida se movía por impulsos, mis acciones se movían por impulsos, siempre había funcionado así y esta vez no había sido menos, aunque quizás esta vez los impulsos me querían llevar a ella. – Solo te puedo decir que he venido aquí, porque tenía que escapar de donde estaba. – la miré y me dí cuenta de que quizás pensaba mal, que era un psicópata o un delincuente, aunque era un demonio.- Nono.. no pienses mal, tan solo tenía que escapar de mi pasado y cuando llegó el momento idóneo decidí salir de allí y las circunstancias del camino me han traído hasta aquí, hasta este preciso momento y hasta estar a tu lado.


Creo que seguía caminando a su lado, pero en verdad era como si no estuviera allí caminando, lo único que me importaba era que ella estaba allí, ¿pero porque?, de que me servía que ella estuviera allí, era algo imbécil, llevaba mucho tiempo sin importarme nadie ni nada y todo lo que había hecho hasta ahora en ese aspecto, no servía de nada. Ahora todo eso se había ido al garete. ¿O es que cuando eres un humano sientes todo esto? Pero aun así todo lo que había abandonado, son había servido de nada, porque solo podía pensar en ella y me daba miedo, si esto era así, ¿en que podría terminar? ¿Y si no terminara bien? Volveré y entre los brazos de Morfeo me abrasaré.

Menos mal que no estaba enojado conmigo por haber tratado de matarlo, yo estaba loca, ¿cómo iba a tirarme sobre las personas sin saber siquiera cuáles eran sus intenciones? y pensar que hasta hacía un tiempo era solo una chica normal, la cuál no andaba a estar horas de la noche fuera de la casa y sola mucho menos en un cementerio; pero todo había cambiado, ahora ya nada sería igual y de a poco trataba de acostumbrarme a mi nueva naturaleza y a que todo mi entorno cambiara porque junto con la misma tuve que ver que no solo existían seres como yo, sino también como él... el primero de ellos que generaba estas cosas inentendibles en mi que podrían llevarme a la muerte, se suponía que lo odiara y no que me atrajera de esa manera.

-Así que escapando del pasado ¿he?, que suerte tienes de poder hacer eso, yo estoy hundida en el mío y sin posibilidades de salir- dije frustrada y luego lo miré -No es fácil llevar esto en los hombros, no se qué me trajo al cementerio esta noche tampoco, quizá la necesidad de escapar solo un rato...pero al parecer teníamos que encontrarnos- dije pensativa, quizá así era, por alguna maldita razón que no llegaba a comprender habíamos coincidido en tiempo y espacio y eso era algo de lo cuál no estaba arrepentida, sino al contrario. Claro que quizá me lo había encontrado porque debía matarlo y no caminar junto a él hacia la ciudad, pero ¿cómo iba a querer matarlo? si lo que deseaba era mantenerme cerca de él, hacía mucho tiempo ya que no recordaba lo que era sentirme a gusto.

Lo miré durante unos segundos sin decir nada, el silencio de la noche nos envolvía y solo se escuchaban nuestros pasos en el camino, todo lo que podía ser una situación peligrosa en verdad se había transformado en algo agradable y confuso. -¿Por qué huyes de tu pasado?- pregunté sin dejar de mirarlo.

Porque huía del pasado, esa era la pregunta que me habían hecho varias veces y que nunca había respondido, quizás porque solo me lo preguntaron humanos, pero me dolía tanto tener que responderla... Soy lo que refleja el odio, lo que provoca el miedo, por nosotros los ángeles lloraban sangre y el veneno estaba en nuestra sangre de forma eterna. Huía del pasado por todo el mal que había provocado, aunque no recordaba mucho solo imágenes en forma de diapositivas, pero aquello era un calvario.

- No lo sé, quizás porque no lo recuerdo. Pero yo no lo llamaría suerte Mahia.. – Baje la mirada, me dolía recordar todo aquello, aunque no lo recordara sabía que lo que había hecho no eran buenas acciones, nadie había bendecido a mis muertos. – No recuerdo nada de mi pasado, solo tengo memoria de tres años vividos y del resto tengo imágenes, como diapositivas de cosas que he hecho… - le miré de nuevo esperando que no se asustara.- Y por supuesto no son buenas imágenes, solo hay muerte y sufrimiento, por eso he escapado de allí, no quiero volver a ser el que un día fui, antes prefiero estar en el infierno eternamente.- le dije sonriendo, en cierto modo me lo tomaba todo a broma, porque si no aquello no era vida, no podía soportar la realidad. – Y ahora que sabes esto ¿vas a correr? Comprendería que no quisieras estar aquí, yo también me tendría miedo a mi mismo si fuera tú.

Tenía miedo de que se asustara o sintiera miedo, aunque tampoco sería algo anormal, yo era todo lo contrario a ella, y en mí solo había dolor y muerte. En cambio en ella era todo distinto, en sus ojos se reflejaba la luz, en los míos el hambre. Ojalá alguien me dejara volver a donde quizás estuve antes, a donde era un simple humano, si es que algún día lo fui, con mis problemas, mis conflictos y mis estupideces humanas… pero todo aquello estaba tan lejos, como la muerte.

Su tono de voz cambió al hablarme, al parecer no se sentía bien con su pasado y por ese motivo escapaba de él. Me sentí mal, no quería ponerlo así, se suponía que debía sentirse a gusto con su naturaleza, pero me había llevado la sorpresa de que no todos eran así, esa noche había encontrado uno que parecía querer olvidar su pasado y hasta escapar de él.

Mientras lo escuchaba mi piel se estremeció y un escalofrío recorrió mi espalda, podía sentir su dolor cuando hablaba y por más que no sabía ni quería saber las cosas que podría haber hecho en su pasado, podía sentir cada sensación y no era nada bueno; mi estómago se oprimió un poco y por un momento odié ser un ángel, tan sensible y frágil. Podíamos sentir el sufrimiento de cualquier ser en la tierra y se supone los debíamos ayudar, claro que la única diferencia era que él no era un humano y que ayudarlo podía costarme la vida...si se enteraban de que estaba teniendo trato con un demonio me matarían.

Su última pregunta me hizo detenerme y pararme frente a él, lo miré a los ojos y ni siquiera pensé cuando hablé. -No hay otro lugar dónde quiera estar en este momento que no sea aquí contigo, no me importa tu pasado ni lo que hayas hecho, todos tenemos derecho a arrepentirnos. Quizá seamos opuestos, tengamos diferentes formas de percibir pero para mi ahora...soy una chica tratando de salir un poco de mis problemas, hablando con un chico muy agradable que acabo de conocer- le dije sonriendo dulcemente. No me importaba su pasado oscuro ni la oscuridad que teñía su alma, no se por qué ni cómo pero estar ahí a su lado era lo que más necesitaba en este momento.

Sonreí al escuchar aquello, en cierto modo necesitaba escuchar algo así, sobre todo de ella. Pero en aquel momento miles de imágenes venían a mí, encadenadas pero sin ningún sentido, aunque solo encontraba dolor en cada una de ellas, parecía que en ellas las personas sufrían y parecía que las conocía a todas. Me puse muy nervioso, ¿porque me pasaba esto ahora? Hacía mucho tiempo que no las volvía a ver, que me habían dejado tranquilo, tanto tiempo que había olvidado aquellas historias que habitaban en mí. Pensé rápido, o mejor dicho no pensé, solo tenía un pensamiento en mi cabeza, en este mundo todo aquel que se interesara por ti, era por puros intereses y se ve que por mí los hubieron en su tiempo, sería un buen torturador o un buen amante, a saber. Que ella estuviera cerca de mí era un error, y más siendo un ángel, quizás era eso lo que me querían decir las imágenes, que ella iba a sufrir… – Mahia.. necesitaba escuchar eso, pero de todas maneras creo no deberíamos de volver a vernos, podría causarte problemas.

¿Porque demonios habría dicho eso? ¿Seguramente porque lo pensaba? Había visto la miseria y lo que puede provocar mi compañía, no sabía quién estaba detrás de mí y provocaba esos problemas en la gente que me rodeaba, a veces pensaba que yo era como una tormenta. Me dolía el alma decirle eso, más bien estaba como en un shock no entendía que había hecho, pero por otro lado era lo mejor aquellas sensaciones no eran buenas, no eran buenas para ella y sentía la necesidad de protegerla ante cualquier cosa, hasta de mí. Pero lo que más me dolía es que podríamos haber hecho historia, podría ser el cambio, pero no iba a ser ella la que corriera el peligro. – Me duele decirte esto, pero el tiempo que pierdas conmigo será la mayor de tus condenas. – Le acaricié las mejillas con mis dos manos, me costaba pensar cuando la tenía cerca de mí, cuando la tenía entre mis manos. – Eres todo lo contrario que yo y solo podría causarte problemas… - Respiré hondo - Eres maravillosa y no me voy a perdonar esto nunca, pero podré soportar el peso de haberte perdido, a que sufras por mi culpa. Lo mejor es que olvides esto, olvides quien soy.

Me quedaba la esperanza de dormir esta noche, soñar y que alguien regrese y me devuelva lo que nunca debí de abandonar.

Sus palabras me hicieron sentir un inmenso vacío en mi interior, era consciente de que lo que él decía era verdad, que no estaba bien que continuáramos viéndonos, pero cómo le explicaba eso a mi otra parte, a la que quería seguir viéndolo y a la que se negaba a aceptar lo diferente que éramos y todos los problemas que eso podría ocasionarnos a ambos. -Sé que puede causarnos problemas, deberíamos estar tratando de matarnos y no hablando como si todo estuviese bien...- dije desviando la vista porque mi mente tenía miles de cosas que no lograba comprender, por un lado necesitaba alejarme de él lo más pronto posible, una vocesita decía que me fuese ya mismo de ahí pero por otro y la mayor parte de mi se negaba a obedecerla.

Lo escuché hablarme, decirme que no estuviese cerca de él, pero fueron palabras que a penas comprendí, quizá porque yo era nueva en todo esto, él tenía su naturaleza más arraigada, pero yo me sentía solo una chica de la cuál alguien se estaba despidiendo, alguien que hacía menos de una hora que había conocido y pensar en que se alejara me provocaba sentimientos de desesperanza y soledad sin saber por qué. -No me interesa mi condena...- dije cerrando los ojos cuando sus manos tocaron mis mejillas, si él imaginara lo que me hacía sentir, pero ni siquiera era capaz de explicarlo con palabras.

Puso mi mano sobre la de él y me obligué a abrir los ojos para mirarlo aunque me sentía triste. -No se qué me has hecho, pero por más que te alejes de mi no voy a poder olvidarte, no después de esta noche...aléjate si es lo que quieres, pero no le tengo miedo a los problemas ni al sufrimiento- le dije y era la verdad, sabía que as palabras salían solas de mis labios pero me dejé guiar por ellas y que sucediera lo que fuera, a esas alturas ya no quería preguntarme más por qué sentía todo eso por alguien a quién debía odiar.

Había perdido el norte, acababa de perder toda razón que hubiera en mi para pensar que me iba a alejar de ella, ni por el mismo Morfeo iba a separarme de ella, ya me encargaría de acabar con quien tuviera que hacerlo, al fin y al cabo era un demonio, algo recordaría de m pasado en ese aspecto.

La piel se me erizó al escuchar aquellas palabras, no me iba a ir a ninguna parte, no ahora. Una especie de adrenalina me subió por todo el cuerpo, dios era ella, seguramente era ella la persona que estaba esperando durante todo este tiempo. Me daba igual que fuera un ángel, y no soportaba ver esa cara de tristeza. Sonreí - Escúchame, no me voy a ir, nada ni nadie hará que me vaya, ni ahora ni nunca. Mientras quieras que esté aquí, esto no acaba, hasta que yo lo diga.

Sus palabras me dieron la tranquilidad que hacía un momento había perdido, de pronto me sentí bien, como si todo en mi vida se hubiese estabilizado, como si antes de que él entrase en mi mundo esa noche todo tuviera poco sentido pero a partir de que nuestras miradas se encontraran las cosas cambiaron completamente para mi, fue como si me encontrara con alguien a quién mi alma reconoció al instante, extraño pero hermoso de sentir.

Sonreí al escucharlo y continué mirando sus ojos durante unos segundos antes de responderle -Entonces no acabará nunca, no le tengo miedo a lo que deba pasar, estoy preparada para todo... que sea lo que tenga que ser- dije con una sonrisa. No importaba lo que sucediera después, en verdad nada importaba ya, solo quería permanecer cerca de él y seguro podría afrontar lo que fuera necesario.