Recuerdos lejanos [Libre]

Estaba cansado, en los últimos días no había conseguido descansar nada en absoluto, pesadillas y malos recuerdos rondaban mi cabeza, cada vez que cerraba los ojos podía ver el agua del mar y a un enorme buque hundiéndose en el frió océano, me ponía los pelos de punta...
Llegue al muelle al atardecer contemplando la puesta de sol, no hacía muy mal tiempo, y cerca del mar casi nunca hacía mucho frió, esto era una ventaja para alguien friolero como yo.

Me senté en el borde más lejano del viejo muelle observándolo todo a mi alrededor, era un sitio muy calmado y me relajaba estar allí, cerré los ojos escuchando el murmullo del agua romper contra las tablas del muelle, se podía escuchar alguna que otra gaviota volando a lo lejos en alta mar, el olor típico a sal marina inundaba el ambiente, suspire profundamente relajándome.

Me puse a pensar sobre la gran cantidad de seres marinos que habitan, sirenas, tritones, hidras, la verdad desconocía totalmente la existencia de estos pues en la vida había visto alguno, pero pensando fríamente, si yo era un ángel, ser mitológico, ¿Por que no habría mas criaturas que yo desconociera?, estaba enfrascado en mis pensamientos, de tal manera que cuando quise darme cuenta, el sol ya se había sumergido en el horizonte y una enorme luna llena ocupaba su lugar.

Me descalce y puse los calcetines a un lado, me quite los calcetines y los metí dentro de los zapatos, me remangue un poco los pantalones y metí los pies en el agua del mar, estaba helada, se me pudieron los pelos de punta, no estaba acostumbrado al agua fría, y no había tenido muy buenas experiencias que se pudiera decir con esta.

Escuche un ruido, las tablas al crujir con el paso de alguien, deduje, me gire rápidamente para poder reconocer a mi acompañante
- ¿Quien anda ahí?- Dije a la vez que me giraba e intentaba acostumbrar mis ojos a la clara luz de la luna llena.

Había caminado sin rumbo fijo poco antes de acordarme de unos pequeños asuntillos que tenía que resolver cerca del muelle. Aunque para mi suerte me había presentado antes de lo debido. Mis pequeños negocios, un par de arreglitos, para una fiesta que planeaba celebrar pronto me habían llevado toda la tarde. Por lo que cuando quise acordar caminaba sola por el muelle y la luz del sol prácticamente se había extinguido en el horizonte. Para llegar a mi casa, me había tenido que desviar mi camino, teniendo que cruzar el muelle; cosas que a esas horas no era lo que principalmente me gustaría hacer, pero así es el destino. Caminando cerca de la orilla para poder ver en el agua la luz de la luna que se encaminaba en el cielo para ocupar el puesto del sol, había divisado -algo escondido en una esquina- la silueta de una persona sentada en el borde con los pies metidos en el agua. Poco a poco me había aproximado a él, no me sorprendió cuando algo alarmado se dio la vuelta para ver quien esta a su espalda. -Se podría decir que nadie que te interese.- Respondi escuetamente a la pregunta que había echo.

Me encontraba en un barco destino a mi nuevo hogar, por lo menos eso pensaba, pero ya estaba arto de viajar tanto en barco, no es que me mareara, pero era un poco aburrido porque pensé que me serviría para pensar y reflexionar, pero tanto tiempo no podía estar reflexionando. Pero finalmente llegamos al muelle, aunque yo me había dormido con tanta espera, así que vino el capitán del barco y me despertó, me zarandeo y me despertó mejor dicho.

- Vamos chico despierta! Ya hemos llegado, tienes que bajar que yo tengo que zarpar de nuevo! Arriba!

Sacudí la cabeza intentando centrarme, había llegado ya y el sueño me había venido muy bien, pero ahora estaba medio atontado así que me moje un poco la cara con el agua que me quedaba en una botella y me levanté a recoger mis pertenencias. Salí del barco por donde me dijo el capitán, casi caigo por la rampa pero aguanté el equilibrio. Cuando toque muelle, solté mi equipaje y me giré a ver como empezaba a zarpar el barco, miré el cielo y agradecí que no se pusiera a llover, porque me esperaba un largo camino hasta la ciudad. Eché a caminar por el muelle con todo el equipaje, el muelle se veía bonito y el paisaje también, pero ya había tenido bastante paisaje por ahora, hasta que capte una cara que me parecía familiar, bastante familiar…

- ¡¿Liv? ¿Eres tú?!

Al girarme, en la oscuridad pude distinguir la sombra de una chica, que reconocí rápidamente al escuchar su contestación, era Liv, odiaba su bipolaridad, en algunas ocasiones era una de las mejores amigas, mientras que en otras simplemente, deseaba estrangularme literalmente.

-Yo también me alegro de verte- Dije irónicamente volviéndome a girar hacia el mar sin perder mi sonrisa.
- ¿No es muy tarde para que andes sola por aqui?- Dije sonriéndome.

Sabia que mi ultimo comentario no le sentaría muy bien, y yo no tenia muchas ganas de discutir ahora mismo, pero había empezado ella, el brillo de la luna inundaba el oleaje y la espuma del mar que rompía en la orilla, ya no sentía frió en los pies que movía en círculos al haberse acostumbrado a la temperatura del agua helada.
La verdad, esa playa en la que había aparecido vivo me atormentaba en mis pesadillas, y yo, tonto, volvía una y otra vez sentarme a reflexionar y a mojarme en sus frías aguas...
A lo lejos, pude distinguir una pequeña embarcación que llegaba al puerto, sería un pequeño navío particular o transportaría algún tipo de material, no parecía el típico buque de pasajeros. Se pudo distinguir una sombra bajarse de el y caminar hacia el punto en el que nos encontrábamos nosotros caminando por la orilla.
Una vez estuvo a una distancia considerable pude distinguirle, se trataba de un muchacho de no más de unos 27 años aproximadamente, bastante alto y moreno, pareció reconocer a Liv, porque la saludo en el momento en el que la diviso.

Me levante poniendo bien mis pantalones y colocándome calcetines y zapatos nuevamente, ahora en vez de molestarme la fría agua, me molestaba la suave brisa nocturna sobre mis pies mojados, esto no parecía el comienzo de mis pesadillas, en ellas, me adentraba en el mar para nadar y nadar sin rumbo alguno...
Me acerque a donde se encontraban Liv y este nuevo visitante al que desconocía por completo, pero algo en el me llamo la atención, tampoco se trataba de un humano, lo sentí al aproximarme, otra criatura, espero que no sea peligrosa, aunque tampoco eso me preocupe mucho la verdad.

Pensé que mi comentario podía llegar a irritar a Blaine, pero no pensé que fuera a tomárselo así. Aunque él sabía como era, y no era extraño que un día no quisiera seguir el juego. Me había quedado de pie apoyada en una especie de baranda de madera, que había a los lados del muelle para que nadie se cayera. Contemple al igual que hacia él la totalidad del mar, al menos hasta que soltó su último comentario que me volví para mirarle. -Si, el miedo me hace temblar. ¡Mira!- Dije con burla, ese día estaba bastante feliz y conocía a Blaine lo suficiente como para saber lo mucho que se amargaba al pensar en su "accidente", por lo que a pesar de todo intente seguir con el juego. Algo interrumpió mis intenciones, alguien me había llamado. Al levantar la cabeza, pude ver como Elio se baja de un buque que acababa de atracar cerca de donde nos encontrábamos. Casi no me dio tiempo de correr hacia él, ya que nos separaba poca distancia y darle un abrazo. -Elio.- Dije feliz de volver a verle. Parecía algo confuso o tal vez somnoliento. -¿Cuanto tiempo sin vernos? Me alegro mucho de verte.- La verdad es que me había sorprendido mucho de encontrarle allí, pero me alegraba que estuviera aquí.