Sábado a la Noche - Libre.

Aquella mañana cuando el sol se filtro por la cortina de mi habitación me obligue a comenzar el día y levantarme de una vez por todas. El sol me cegaba desde aquella posición, intente ignorarlo solo para estar un minuto más en la cama pero fue imposible. Me levante al fin echando un bostezo al aire desaciendome de toda la fiaca que tenía mi cuerpo, extendí los brazos en alto y pude escuchar los débiles crujidos de mis huesos. Me di una ducha con agua caliente para aflojar mis músculos, la noche anterior había sido un poco exaltada y mis músculos habían quedado resentidos. Me seque y me vestí de forma casual. Terminando de secarme el cabello me dirigí hacía la cocina para hacerme un café, personalmente era una de esas personas que sin una dosis de cafeína en su cuerpo no arrancaban, así que abrí las puertas de la alacena en busca del frasco. Como no logre encontrarlo termine de arreglarme tome mis llaves, el móvil y la billetera y salí del departamento en busca de una cafetería.


El día estaba esplendido a decir verdad, el sol brillaba en lo más alto del cielo brindando su luz a cualquier cosa que tocara, el cielo estaba despejado y una suave pero no molesta brisa corría en el aire. Si mal no recordaba una cafetería estaba a pocas cuadras de el departamento por lo que camine con lentitud, tomándome todo el tiempo necesario. Aún me sentía cansado por lo que tome especial atención en caminar con cuidado y fijarme por donde iba. Cuatro cuadras más adelante vi la fachada de la cafetería. Al entrar me dirigí hacía la barra ordenando a la cajera, ella tomo el dinero y se puso ha hacer el pedido. Mientras que esperaba observe con más atención el lugar, era cómodo y cálido, quizás no era de lujo pero estaba bueno, dentro no había demasiadas personas, algunas quizás tomando algo en compañía otras simplemente solas. Minutos después la muchacha me entrego el café y tome una mesa de afuera, no iba a sentarme dentro con tal día. Tome un sorbo del café sintiendo como la cafeína se deslizaba por mi garganta, exquisito y fuerte, como me agradaba. Recién ahí mi mente comenzó a funcionar perfectamente, mi mente se despejo y mis sentidos se agudizaron. Sonreí de lado al mismo tiempo que sacaba el móvil de mis bolsillos y la pequeña cajetilla de cigarrillos, saque uno del paquete y lo encendí dándole una calada profunda y placentera.

Para mi tomar café cada día o una buena taza de chocolate, era algo casi rutinario en mi vida. Por lo que ese día, después de darme una larga ducha para aclarar un poco mi mente de la gran fiesta a la que había asistido la noche anterior y hacer desaparecer la poca resaca que me quedaba. Me vestí con algo cómodo, unos vaqueros largos sobre unas botas de poco tacón, una camiseta de manga larga color azul claro y una chaqueta de cuero, algo fina acorde con el tiempo que hacía fuera, de color beis. Llegue a la cafetería más cercana unos veinte minutos o así tras la ducha. La cafetería no era nada fuera de lo común, tenía un aspecto reducido y casi natural, por lo que te hacía sentir cómodo. Cuando caminaba decidida a la entrada de la cafetería, al pasar al lada de una de las mesas que había fuera -en la que se encontraba sentado un muchacho-, mi bolso, una mochila negra que llevaba colgando; se quedo enganchado en uno de los reposabrazos justamente de la silla en la que se encontraba el chico.Sin darme cuenta y cediendo ante una de las leyes físicas, mi cuerpo fue arrastrado hacía atras golpeando levemente el hombro del desconocido. -Lo siento.- Murmure antes de alzar la cabeza para mirarle.

El día era admirable y más allá de no tener compañía era agradable estar allí, a la sombra de la cafetería con mi café tranquilo, dejando atrás todos aquellos problemas que podrían existir, era perfecto. Tome otro trago del café y enseguida le di una calada al cigarrillo para sentir la diferencia de sabores, era extraño pero no desagradable. Mientras la brisa seguía refrescandome la piel sentí un empujón en mi silla, al principio no entendí lo que sucedía pero pronto encontré la razón. Una muchacha se había enganchado y sin darse cuenta había seguido de largo haciendo el impulso en la silla, perdiendo la estabilidad una joven se abalanzó hacía mi, lo único que atibe a hacer fue sostenerla de la cintura para que no se golpeara. Luego se disculpo, recién en aquel momento la puse observar con mayor atención. Era rubia y muy guapa, sonreí de lado y menee la cabeza de lado a lado.

- Creo que la culpa no es tuya ni tampoco mía si no de los dueños del lugar que ponen las sillas tan arrimadas a la cenda - comente sonriendo de lado mientras dejaba el cigarrillo en el cenicero - ¿Te habéis lastimado? - le pregunte, quizás siento atrevido, pero recorriendo su cuerpo para ver si se había lastimado -

Me quede casi embobada mirando al chico, que tan rápido había sido al sujetarme de la cintura que para que no dañara. Era un poco más alto que yo, su pelo no era muy largo pero estaba cortado a tazón, aunque le quedaba bastante bien, era castaño y sus ojos, el lugar donde me detuve por más tiempo, eran muy bonitos de color azul. -No, estoy bien.- Comente escuetamente, casi de manera automática. El chico me estaba observando de arriba a bajo, cosa que aproveche yo también para observarle a él. -Soy Liv. Un placer conocerte.- Le dije haciendo uso de mi educación y coqueteando un poco con él. Algo dentro de mi esperaba que me invitara a sentarme con él. Cuando coloque una de mis manos sobre la que él tenía en mi cintura, una sensación rara me recorrió por completo, había algo en él que no era... mortal. Eso significaba que no era un simple humano, que era algo más. Mi naturaleza curiosa amenazaba con dejar las palabras: ¿Que eres?, salieran de mi boca, pero tuve que morderme el labio inferior para que estas se quedaran atrapadas en mi garganta. Signo que él podía interpretar como parte del coqueteo, o al menos eso esperaba que él pensara.