Expediente de Samantha {Completa}

Nuestra Samantha, es una chica bastante guapa. Ella lo sabe, y lo usa repetidas veces porque ama ser el centro de atención. Es una chica de estatura bastante alta. Su cuerpo está bastante trabajado, gracias a los multiples ejercicios que hace todas las mañanas. Sus piernas son largas y estilizadas; dándole la potestad de chica elegante. Su cabello, el cual siempre lleva suelto en finos tirabuzones hasta un poco más abajo de la cintura; es de un color rubio claro con el que juega repetidas veces, al ver a un chico guapo.
Sam, además, tiene unos ojos grisáceos de un tono como el metal. Pueden llegar a ser muy fríos si no le caes bien, pero casi siempre tienen una chispa cálida, que alegra el día de quien sea. Su nariz no es algo del otro mundo y sus labios son carnosos y finos, de un color rosado que casi siempre maquilla con brillo labial de color vino; para hacerlos más sensuales (?); los cuales la mayoría del tiempo, están curvados en una sonrisa divertida.
Lo que más ama Samantha de ella, son dos lunares que tiene en su rostro. Por lo que casi nunca la verás maquillada, salvo por el brillo habitual.

Sam no tiene una personalidad estable. La chica es, sin duda alguna, mucho más complicada que cualquier otra persona, a causa de su bipolaridad no comprobada. Cada vez que llueve se cabrea, hasta el punto de no soportar a nada ni nadie.
Cuando nombran fiesta, es la primera que pregunta en dónde y cuándo para ir, porque ama divertirse, bailar y estar entre chicos guapos. Cada vez que ve a uno, se muerde el labio inferior sugestivamente, y hace hasta lo imposible para que el chico la mire y la halague -algo que le fascina, pues quiere decir que sus ejercicios mañaneros y el deporte, surgen efecto en ella-.
Claro que Samantha sabe cómo ser feliz sin los chicos. Un buen chocolate con sus amigos, y una pijamada hablando de chorradas, la divierte más que cualquier cosa. Para ella, los chicos no son mucho más importantes que la camisa de la mañana -la cual no le importa ensuciar. Al fin y al cabo, se vuelve a lavar-.
Consigue lo que quiere. Su frase favorita es 'Si así lo quiero, así será', pues no se queda con un NO. De hecho, esa palabra no existe en su vocabulario. No sabe qué significa, pues nadie nunca se lo ha dicho; ya que sus padres la mimaban mucho de pequeña, y los de su alrededor, la tienen en un pedestal.
Eso sí. Sam tiene los pies, bien puestos sobre la tierra. No se deja amedrentar con nada, y sabe que sus objetivos solo se logran, si se esfuerza para obtenerlos. Su padre la ha criado muy bien, en ese aspecto.
Sinceridad, para ella, es sinónimo de decir lo que piensa. Si no le gusta algo, lo dice de frente y ya. No se anda con rodeos, y a la final puede caer algo pesado lo que dice; pero al fin y al cabo, es verdad y todos lo saben.
Es muy suelta, además. No tiene una pareja estable nunca, y coquetea con varios a la vez. No sabe qué es el amor, porque no lo ha vivido en carne propia, a pesar que vio en su niñez en casa, el amor que sus padres se tenían mutuamente.
Y que no la provoquen. Samantha puede cabrearse, no solo con la lluvia, sino con quienes la molestan a ella o alguien cercano al que quiere mucho. Puede hacer de tu vida un infierno en cuanto la cabreen mucho.

Samantha nació entre una de las familias más adineradas de toda Inglaterra, lo que produjo los mimos y consentimientos de sus padres, desde temprana edad. No habían juguetes que la chica no recibiera; y sobre todo, no habían padres más amorosos y cariñosos como los de ella.
Fue hija única, y esto causó ser la consentida de mamá y papá. Se divertía con ambos, cuando el Sr. Steven llegaba de trabajar, y siempre fue muy apegada a ambos.
Pero la tragedia nubló la familia Rumsfeld: Cuando Sam cumplía sus tiernos seis años, la Sra. Lara murió de alguna enfermedad terminal que había ocultado por mucho tiempo; lo que produjo que tanto padre como hija, se sumieran en un silencio por meses.
A medida que la chica crecía, se volvía más y más rebelde. La tristeza por la falta de su madre, pronto se convirtió en una máscara dura de romper, y Sam empezó a saltarse las reglas que le vinieran en gana.
Años después, la chica entró a la Universidad, dirigida por su padre. A la chica siempre le agradó la carrera de Ingeniería, y por allí se fue, probando suerte.
Allí, Sam empezó a disfrutar mucho más de la libertad que su buen padre le daba. Si bien Samantha es algo suelta con los chicos, no se puede culpar. Haber sido participe/víctima de una apuesta entre un grupo de amigos, no dejó que ella fuese la misma chica tranquila y enamoradiza. La lastimaron lo suficiente, como para que no crea en el amor. Como para que no quiera tener una relación seria nuevamente. Lo suficiente, como para que los chicos, ya no le importen como algo más que diversión. Si jugaron con ella ¿por qué ella no puede hacer lo mismo?

Steven y Samantha, desde siempre se han llevado de maravilla. Su padre y ella tienen la perfecta comunicación de una familia estable, a pesar que en casa ya no se nombre a la difunda Sra. Lara. Sam es de las chicas que ama a su padre con locura desenfrenada, y se cabrea lo suficiente, cuando alguien habla mal de él. Su padre, por su parte, siempre ha sido de los que protegen a su hija con su vida, sobre todo por el hecho de que ella es su única hija: su princesa.